Wed, 14 Apr 2004 - Archivado en Cosas de la rana y Cosas de la rana
Aquí tenemos un tema que puede dar mucho de sí. Cuando tomamos la decisión de salir a cenar, lo hacemos por diferentes motivos. Hay quien lo hace regularmente, por no limpiar los platos o directamente por no meterse en la cocina. A este grupo normalmente se le identifica fácilmente: suelen acudir de forma regular al mismo restaurante (si nos fijamos un poco, podemos ver como cuando entran saludan al camarero por su nombre y le preguntan por la hernia de la hermana de su suegra) y cuando cambian lo hacen con recelo, se les puede sorprender fácilmente comprobando lo limpias que están las copas o haciendo comentarios en voz baja sobre la cantidad de granos de pimienta verde que lleva la salsa del solomillo... Pero un grupo peligroso si dedicimos salir y tener una cena tranquila son los cumpleaños. Pueden llegar a juntarse hasta veinte personas en una mesa en la que normalmente no cabrían ni la mitad, pero a ellos les da igual... la mesa queda tan llena que hay que establecer turnos para poder dejar el vaso en ella, pero esa noche da igual, todo sea por no estropear esa noche tan especial. Y os aseguro que será especial, lo será para muchas personas empezando por el camarero. Hay que reconocer que cualquiera no podría desempeñar esa tarea: primero tiene que tomar nota, utilizando para ello una pequeña libreta (que cuando la coloca detrás de la mano para apuntar en ella desaparece) y ahí tiene que apuntar cuarenta platos (con sus variantes), veinte postres, bebida en cantidades indeterminadas, los cafés y las copas... ¿no sería mejor darle una libreta tamaño A4? o mejorándolo aún más... ¿una grabadora? Una vez el pobre hombre ha pasado sus apuntes a limpio y empieza a salir el pedido de la cocina, aparece transportando de una vez catorce platos, dos botellas de vino y una de agua de litro y medio... y es en ese preciso momento cuando tres personas deciden al tiempo que es el mejor momento para pedirle: uno un poco más de pan, otro vino y el tercero información sobre si la guarnición lleva pimiento frito. Decir que ese hombre tiene aguante es quedarse corto... ese hombre sería capaz de tragarse la colección completa en DVD de los discursos de Fidel Castro. Mientras tanto, los demás clientes del restaurante se ven obsequiados con varias interpretaciones del "cumpleaños feliz", a voz en grito y con brindis intercalados (curiosamente, en este tipo de reuniones la gente parece tener la extraña necesidad de recordar continuamente a todo el mundo que están celebrando algo) Luego llegan los cafés y las copas, y es entonces cuando las canciones y los sonidos de copas chocando se transforman en una sesión maratoniana de chistes, si Chiquito de la Calzada estuviese en el local creería estar recibiendo un homenaje. Pero todo tiene un fín y llega el momento en el que el hasta entonces simpático camarero aparece de nuevo, esta vez como un ser oscuro, despiadado... portando únicamente una pequeña bandeja plateada que contiene la temida cuenta. Ese pequeño trozo de papel consigue convertir las canciones y los chistes en murmullos ininteligibles, los hay que inmediatamente desaparecen por la puerta del W.C.: unos por miedo, otros simplemente han visto la cantidad final y sufren efectos secundarios... y a veces hasta hay algún iluso que espera que cuando salga todo haya pasado...
Publicado por LaRanaBudWeisEr.

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