
Por ejemplo, últimamente cada vez más gente compra las uvas peladas y sin pepitas, una costumbre que a menudo provoca cierto malestar en las generaciones más antiguas, que expresan con comentarios como: "cada vez somos más comodos, en mis tiempos todo era más auténtico: las uvas eran uvas, con piel y huesos". Pero las tradiciones siempre han estado en movimiento y seguramente, ellos en sus tiempos también sufrieron las críticas de sus mayores: "¿qué es esta tontería de poner 12 uvas en un platito? en mis tiempos no éramos tan finolis, salíamos a la parra y le dábamos 12 mordiscos"
Lo cierto es que el 31 de diciembre es una noche especial. Es una noche en la que se respira olor a fiesta y en la que, para muchos, después de la duodécima uva todo vale y están permitidos los excesos. En realidad es una noche tras la que la mayoría aprovecha para intentar pasar página y para hacerse buenos propósitos: dejar de fumar, perder peso, empezar a comprar papel higiénico y dejar de robar el de la oficina, dejar el alcohol... bueno, en realidad yo este último no lo firmo, ya que a mí el alcohol no me parece tan malo (¿acaso cuando nos hacemos un corte nos lo curamos con mantequilla?)
En fín, hay mucho que decir sobre la noche de fín de año pero por hoy lo dejaremos aquí. Desde aquí, esta ranita (a veces un poco cínica, otras un poco irónica pero siempre con buen rollo) os desea a todos un feliz, próspero y tranquilo 2005... nos vemos al otro lado de la página ;)