Estos días hemos cambiado de año, y lo hemos hecho acompañados una triste noticia, el reciente atentado terrorista perpetrado por ETA y su inevitable consecuencia, el fin del proceso de paz. El mismo día en que Zapatero expresaba a los españoles su confianza en que en el 2007 estaríamos más cerca de la paz que en el 2006, ETA aparcaba una furgoneta en el párking de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, que al día siguente explotaría provocando dos desaparecidos y múltiples heridos leves, además de numerosísimos daños materiales.
Es, ciertamente, una triste noticia, que acaba con las esperanzas y con la tranquilidad de muchos españoles, pero también es muy triste observar cómo el principal partido de la oposición, centra sus esfuerzos en pedir "declaraciones formales" al gobierno en lugar de garantizar su apoyo, o cómo en determinadas manifestaciones, todas ellas convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo y supuestamente convocadas en protesta por el atentado, se perseguía y se pretendía agredir a periodistas de TVE o se podían leer más pancartas exigiendo la dimisión de Zapatero y acusándolo a él mismo de terrorista que en contra de los verdaderos violentos: ETA.
Todos sabemos que la AVT siempre ha estado en contra de que el gobierno de Zapatero negociara con ETA (aunque curiosamente no fuera así con el gobierno de Aznar) pero ¿les dá eso licencia para llamar ahora asesino al presidente del gobierno? ¿tan grande y desaforado es su odio hacia Zapatero que incluso justifica que rompiesen los minutos de silencio declarados en señal de duelo para insultarle?
Hoy creo que me he dejado la ironía en algún sitio, porque viendo las reacciones que se han producido, sólo se me ocurre que los autores del atentado deben sentirse satisfechos al ver lo que han conseguido: sembrar el odio y enfrentar entre sí a sus enemigos.